Entramos en la última semana de junio: el curso académico ha llegado a su fin. ¿Qué hay de las metas que nos propusimos el pasado mes de septiembre? ¿Cómo van los objetivos que definimos en diciembre o enero coincidiendo con el cambio de año? Es el momento de hacer balance de nuestros propósitos vitales. Los escolares, de hecho, ya han recibido sus calificaciones. Te propongo, a continuación, una serie de preguntas que puedes utilizar como guía para elaborar tu propio boletín de notas.
¿Recuerdas qué objetivos te habías propuesto? ¿Cuáles eran tus propósitos? En todos los textos sobre planificación de metas y objetivos se recomienda ponerlos por escrito para hacerlos concretos y tangibles. ¿Lo hiciste así? Te invito a buscar esa libreta (analógica o digital) o esa hoja de papel donde los anotaste. Si no los escribiste, intenta recordarlos. ¿Qué te movía allá por septiembre o diciembre? ¿Qué es lo que querías ser, hacer o tener? ¿Ya lo tienes? Rememora tus motivaciones. ¿Cuáles eran tus expectativas? ¿Cómo te sentías al pensar y al definir tus metas? ¿En qué circunstancias te encontrabas? ¿Qué plazos te diste para cumplir tus objetivos?
De vuelta al presente, céntrate ahora en la situación y el grado de cumplimiento de cada una de las metas que te hayas propuesto. Intenta ser justo contigo mismo, controla tu autoexigencia. ¿Qué logros, por pequeños que sean, has conseguido? ¿Has cumplido los plazos? ¿Qué dificultades has encontrado? Quizá en algún momento hayas flaqueado y te hayas alejado de tus objetivos, quizá hayas cometido errores, quizá creas haber dejado pasar oportunidades… ¿Qué has aprendido en el proceso? ¿De qué has tomado conciencia? ¿Qué has descubierto de ti mismo? ¿Se han producido cambios en tu relación con el mundo? ¿Y en tu autoconcepto?
Llegados a este punto, es el momento de enfrentar las expectativas que tenías con lo que realmente has conseguido. ¿Estás satisfecho? ¿Tienes algo que agradecer? ¿Qué es lo mejor que te ha pasado al intentar alcanzar cada uno de los objetivos que te habías propuesto? ¿Has superado tus límites? ¿Qué asignaturas pendientes te quedan? Si has cumplido tus metas, ¿cómo vas a celebrarlo? Si no lo has hecho aún, ¿qué pasos vas a dar para conseguirlo? ¿Con qué opciones cuentas? ¿Puedes permitirte redefinir las metas y los plazos previstos? ¿Pasaría algo si lo hicieras?
Si las metas estaban bien definidas (es decir, si te has planteado objetivos específicos, medibles, realistas, retadores, ecológicos, limitados en el tiempo y orientados a resultados), las preguntas formuladas anteriormente pueden ser variables objetivas con las que determinar una calificación. No obstante, la nota final no importa demasiado: la vida es una evaluación continua en la que todo suma, incluso aquello que no parece salirnos bien. Lo importante es asumir nuestras fortalezas, aceptar y trabajar nuestras debilidades y seguir luchando por aquello que queremos y necesitamos. O intentar descubrirlo, que no es poco. ¡Feliz verano!