Afronto, en estas líneas, una de las situaciones más temidas desde que publiqué, hace casi tres años, la primera entrada en este blog: el bloqueo. Como ya he comentado alguna vez, las ideas para cada texto me van surgiendo, casi de forma espontánea, en la semana previa a la publicación de cada entrada. En el momento en el que considero que cada idea tiene suficiente fuerza, comienzo a buscar conceptos y relaciones que me ayuden a construir el mensaje que pretendo transmitir. Y, finalmente, el día antes o el mismo día de la publicación, me enfrento al esfuerzo que supone (a pesar de la experiencia acumulada) hilar, con palabras, un texto que resulte útil, interesante y –ojalá– estimulante para la reflexión personal y colectiva.
Esta semana, sin embargo, no he conseguido dar forma a la idea que tenía en mente. En principio, apuntaba ser una idea original, visual e imaginativa, pero las metáforas en las que se apoyaba no me parecían suficientemente sólidas (las metáforas, cuando hay que explicarlas, no funcionan), y no acababa de encontrar palabras con las que expresar esa idea de forma coherente o comprensible. Difícil, por tanto, articular la entrada que había previsto. Tal vez pueda retomarla más adelante. De momento, hoy no.
Estoy bloqueado.
Y, por extensión, estoy frustrado, en una doble dirección: por un lado, por mi incapacidad para materializar, en un texto escrito, la idea a la que había estado dando vueltas en mi cabeza; por otro, por haber tenido que retrasar unas horas la publicación de esta entrada (publicar cada semana es, para mí, un compromiso y una responsabilidad).
Con estos elementos, podría seguir lamentándome por la falta de inspiración. Pero… ¿de qué me serviría? De nada, te lo aseguro. Por eso, prefiero ser constructivo y aprovechar esta entrada para repasar –y compartir contigo– algunas consideraciones con las que hacer frente a eventuales bloqueos (tanto en la escritura o en otro acto creativo como en cualquier actividad de nuestra vida cotidiana):
Paso #1: recuerda que el bloqueo forma parte del proceso. Generalmente, tendemos a ver el bloqueo como un enemigo que nos boicotea. Olvidamos que todo bloqueo es, por definición, un mecanismo de defensa, una forma de protección. ¿De qué nos defiende? Eso es lo que tenemos que averiguar. Por tanto, investiga sobre el significado que puede tener el bloqueo en relación a la actividad que te impide realizar. ¿Hay un afán de perfeccionismo, crítica, ambición? Imagina su forma: cuando le das un aspecto material, el bloqueo deja de ser una abstracción para convertirse en algo concreto que puedes medir y cuestionar. Y, finalmente, dialoga con él: agradece su presencia –el bloqueo es la oportunidad para un nuevo comienzo– y busca un punto de entendimiento que te permita integrarlo en la actividad hasta ahora bloqueada.
Paso #2: date un respiro. En este punto, conviene dejar que nuestro diálogo con el bloqueo siga desarrollándose en un nivel más inconsciente. Para ello, debemos liberar a nuestra mente del ruido constante que la acompaña: respira, medita, ponte a hacer ejercicio o sal a dar un paseo. También puedes concentrarte en otras tareas distintas a la que quedó suspendida por el bloqueo (todo cambio de actividad ayuda al cerebro a no quedarse anclado en un mismo punto).
Paso #3: conecta con tu creatividad. Una vez oxigenados, y dotados de una nueva energía, llega el momento de sacar la creatividad que todos llevamos en nuestro interior. Rememora soluciones creativas que hayas puesto en práctica para resolver problemas o dificultades anteriores; dedícate a aficiones o pasatiempos que permitan aflorar tu máximo potencial de creatividad. Recuerda que la creatividad no es solo cosa de los artistas: se puede ser creativo en cualquier actividad, incluso en aquellas que, a priori, puedan parecer triviales.
Y, finalmente, vuelve a lo que estabas haciendo cuando quedaste atrapado por la sensación de bloqueo. ¿Ha cambiado algo? ¿Qué alternativas tienes? ¿Cómo puedes continuar?
Como queda reflejado en estas líneas, el mejor camino para salir de un bloqueo pasa por conectar con uno mismo, reconocerse en las dificultades, reformular expectativas, encontrar lo genuino… y continuar. No era así como lo había previsto, pero la entrada queda publicada. ¡Feliz lectura!